Dicen los que entienden (
o que dicen entender) que un transexual es un hombre que se siente o
cree sentirse mujer. A la inversa lo son tambien las mujeres que se
sienten, creen o dicen sentirse hombres.
A menudo estas personas que
convencionalmente hemos venido en llamar transexuales se definen en
primera instancia como mujeres atrapadas en un cuerpo de varón. Toda
su fisonomía, horrmonas, tejidos, sexo, su anatomía al completo son
las de un hombre y pese a ello insisten en que son mujeres.
Los defensores de las
últimas y más “progresistas” teorías de género sostienen
que el sexo de un individuo no está en absoluto con sus
características anatómicas . Tener un órgano reproductor
totalmente masculino y una fisonomía de varón no implica que un
“hombre” deba ser considerado mujer, si tal es su deseo.
Lo cual, por supuesto, no
deja de ser un completo disparate que ofende el más elemental de los
sentidos comunes. Y me explico:
A mayores nadie es lo que
dice ser, sentirse ser o querer ser. Al contrario, solemos sentirnos
o ser lo que somos y ese “ser” tiene que ver más con nuestras
circunstancias ( que son muchas) que con nuestra voluntad. Dicen los
sabios aquellos de que “yo quiero” es propio de niños y el
“hagase mi voluntad” propio de Dios. Y los humanos , los adultos
( o los que nos tenemos por tales) no somos ni lo uno ni lo otro. A
mayores alguien que se cree Napoleón Bonaparte o Jesucristo lo
tenemos por demente. Si se cree Supermán lo veremos saltar desde un
rascacielos ( se han dado casos) y ello no implica en absoluto que
los demas tengamos que dar asentimiento a este tipo de ocurrencias,
por dramáticas que sean.
Como decía, en ningún
caso somos lo que queremos ser o lo que nos sentimos ser. Un hijo de
vascos nacido en Guipúzcoa se siente razonablemente vasco o
guipuzcoano. Puede haber un palentino residente en Vizcaya desde
hace tiempo que igualmente se sienta vasco. Lo raro, lo inaudito, es
que un asturiano, hijo y nieto de asturianos, que nunca en su vida ha
pisado suelo vasco se sienta guipuzcoano. Y mucho peor que en tales
circunstancias el estado le conceda la vecindad vasca ( derecho de
voto en guipuzcoa, regimen fiscal vasco, régimen foral civil vasco,
etc).
Hitler, en su delirio, se
veía como un arquitecto. Sentía una grán atracción hacia la
arquitectura y en muchos aspectos se veia como arquitecto. Pero nunca
fue tenido por tal.
Lo mismo ocurre con esos
hombres, nacidos hombres, con una anatomía de hombres , con órganos
reproductores masculinos que dicen sentirse mujeres. Se sienten lo
que no son y, lo peor, lo que nunca llegarán a ser. Yo a eso lo
llamo enfermedad o trastorno.
Y digo que nunca llegarán
a ser mujeres porque hasta ahora las soluciones que les ha aportado
la medicina a estos desdichados personajes son unos tratamientos
hormonales que inhibe el crecimiento del vello masculino y unas
operaciones de “reasignación de sexo” que en absoluto les dotan
de un aparato reproductor femenino sino que a lo mucho lo simulan
utilizando tejidos de otras partes de su cuerpo. Esto es: Un hombre
“convertido” en mujer no tiene ovarios, no produce óvulos, ni un
auténtico útero. No tiene la regla. Le practican una mutilación de
sus órganos sexuales masculinos y le “construyen” unos tejidos
que se asemejan a una vagina ( sin serlo propiamente). Al mismo
tiempo el implantan unas mamas artificiales y a lo sumo le vuelven a
mutilar extirpando algunas costillas para asemejar una figura
femenina. A continuación ( o previamente) el juez le da un nuevo
carnet de identidad donde consta el sexo femenino.
Y es a partir de ahí
donde ellos ( ellas, según dicen) son reconocid@s
por el estado como mujeres.