domingo, 5 de febrero de 2012

La transexualidad a exámen


Dicen los que entienden ( o que dicen entender) que un transexual es un hombre que se siente o cree sentirse mujer. A la inversa lo son tambien las mujeres que se sienten, creen o dicen sentirse hombres

A menudo estas personas que convencionalmente hemos venido en llamar transexuales se definen en primera instancia como mujeres atrapadas en un cuerpo de varón. Toda su fisonomía, horrmonas, tejidos, sexo, su anatomía al completo son las de un hombre y pese a ello insisten en que son mujeres.

Los defensores de las últimas y más “progresistas” teorías de género sostienen que el sexo de un individuo no está en absoluto con sus características anatómicas . Tener un órgano reproductor totalmente masculino y una fisonomía de varón no implica que un “hombre” deba ser considerado mujer, si tal es su deseo.

Lo cual, por supuesto, no deja de ser un completo disparate que ofende el más  elemental de los sentidos comunes. Y me explico:

A mayores nadie es lo que dice ser, sentirse ser o querer ser. Al contrario, solemos sentirnos o ser lo que somos y ese “ser” tiene que ver más con nuestras circunstancias ( que son muchas) que con nuestra voluntad. Dicen los sabios aquellos de que “yo quiero” es propio de niños y el “hagase mi voluntad” propio de Dios. Y los humanos , los adultos ( o los que nos tenemos por tales) no somos ni lo uno ni lo otro. A mayores alguien que se cree Napoleón Bonaparte o Jesucristo lo tenemos por demente. Si se cree Supermán lo veremos saltar desde un rascacielos ( se han dado casos) y ello no implica en absoluto que los demas tengamos que dar asentimiento a este tipo de ocurrencias, por dramáticas que sean.

Como decía, en ningún caso somos lo que queremos ser o lo que nos sentimos ser. Un hijo de vascos nacido en Guipúzcoa se siente razonablemente vasco o guipuzcoano. Puede haber un palentino residente en Vizcaya desde hace tiempo que igualmente se sienta vasco. Lo raro, lo inaudito, es que un asturiano, hijo y nieto de asturianos, que nunca en su vida ha pisado suelo vasco se sienta guipuzcoano. Y mucho peor que en tales circunstancias el estado le conceda la vecindad vasca ( derecho de voto en guipuzcoa, regimen fiscal vasco, régimen foral civil vasco, etc).

Hitler, en su delirio, se veía como un arquitecto. Sentía una grán atracción hacia la arquitectura y en muchos aspectos se veia como arquitecto. Pero nunca fue tenido por tal.

Lo mismo ocurre con esos hombres, nacidos hombres, con una anatomía de hombres , con órganos reproductores masculinos que dicen sentirse mujeres. Se sienten lo que no son y, lo peor, lo que nunca llegarán a ser. Yo a eso lo llamo enfermedad o trastorno.

Y digo que nunca llegarán a ser mujeres porque hasta ahora las soluciones que les ha aportado la medicina a estos desdichados personajes son unos tratamientos hormonales que inhibe el crecimiento del vello masculino y unas operaciones de “reasignación de sexo” que en absoluto les dotan de un aparato reproductor femenino sino que a lo mucho lo simulan utilizando tejidos de otras partes de su cuerpo. Esto es: Un hombre “convertido” en mujer no tiene ovarios, no produce óvulos, ni un auténtico útero. No tiene la regla. Le practican una mutilación de sus órganos sexuales masculinos y le “construyen” unos tejidos que se asemejan a una vagina ( sin serlo propiamente). Al mismo tiempo el implantan unas mamas artificiales y a lo sumo le vuelven a mutilar extirpando algunas costillas para asemejar una figura femenina. A continuación ( o previamente) el juez le da un nuevo carnet de identidad donde consta el sexo femenino.

Y es a partir de ahí donde ellos ( ellas, según dicen) son reconocid@s por el estado como mujeres.