sábado, 31 de diciembre de 2011

El negocio de ser madre, el negocio de ser padre

Creo que me estoy haciendo demasiado viejo para estos tiempos que vivimos. Estoy empezando a plantearme muy seriamente la utilidad de mi discurso. Un discurso propio de alguien anticuado, carca, pasao de página. 

Definitivamente el siglo XXI se me está haciendo muy cuesta arriba y estoy por dar la razón a aquellos que me acusan de pertenecer al siglo XIX. O al Paleolitico Superior, que también los hay.

Soy cualquier cosa menos moderno, no hablemos ya de progresista, algo que en los últimos 35 años ha evolucionado a una velocidad que a mi se me hace vertiginosa. Y es que la educación hace mucho en todo esto. Y la costumbre. Somos sin duda alguna animales de costumbres. Buena o mala, una costumbre, un hábito, una vez adquirido cuesta muchísimo deshacerse de él. No digamos ya la perspectiva filosófica de la vida que a partir de ciertas edades cuesta muchisimo cambiar. No les quiero ni contar la enorme dificultad con que afronté los avances tecnológicos. Todavía no me acabo de creer que a estas alturas de mi vida sea capaz de usar un equipo informático, publicar un blog o twittear desde una tableta.

Casi estoy por cambiar a una mentalidad más abierta tal y como muchos me recomiendan. Ya saben, teñirme mis abundantes canas o quizá dejarme el pelo largo y  atarlo en una coleta. Y ya puestos dejarme una larga y descuidada barba. Unos pantalones vaqueros desgastados, unos carapijos , una camisa de franela un pañuelo palestino y un tono complaciente y condescendiente ante la primera ocurrencia de moda y ya estaría preparado para sentirme a gusto en una asamblea de barrio de perroflautas  o similar o semejante, que no es lo mismo aunque lo parezca.

Es por eso, porque soy un anticuado y un pasao de página por lo que me cuesta entender muchos conceptos actuales. Por ejemplo, el de la maternidad. 

Fui educado en la  importancia de la maternidad y en el respeto casi reverente que debiamos tener todos ante un hecho tan importante como es la maternidad. En mi época , cuando era niño, cuando una mujer embarazada subía al tranvía ( sí, soy de la época de cuando había tranvías, y no solo en La Coruña) nos levantabamos raudos y veloces a cederle nuestro asiento. Y si no eramos lo suficientemente veloces por la distracción propia de nuestra edad siempre había un adulto ( o adulta) que nos apremiaba en el cumplimiento de nuestro deber.

En la escuela el día de la madre ( entonces había un "día de la madre" de verdad ) se dedicaba a ensalzar el valor de la maternidad y el reverencial respeto que debiamos tener a nuestras progenitoras y a todas las progenitoras del mundo entero. Poniamos todo nuestro empeño en elaborar la más bonitas tarjetas de felicitación con lápices de colores, bellisimos dibujos y frases que saliesen del interior de nuestros corazoncitos para hacer sentir un poquito mejor a nuestras laboriosas y esforzadas  madres. Éstas valoraban muchisimo nuestro empeño y guardaban durante años y hasta su muerte estas candidas estampas en una carpetita de cartón hasta el día que se morían.

Las cosas han cambiado desde entonces. Ahora tenemos un serio problema por la legión de chiquillos que directamente levantan la mano a sus madres. Cierto es que hoy a cualquier cosa la llamamos madre. 

Y digo que hoy en día llamamos madre a cualquier cosa porque es ya una reivindicación , un principio innegociable el inalienable derecho de los homosexuales a la contratación de eso que llaman vientres de alquiler y que, en mi anticuada opinión, no es más sino un signo de la más vil explotación a la que puede ser sometida una mujer. Porque, es cierto, se nos llena la boca hablando de los derechos de la mujer. En los tiempos que corren la dignidad de la mujer se resume en ser muy iguales a los hombres y en decidir por ellas mismas la mayor de las atrocidades. 

Pero no, hoy no les voy a hablar del aborto. Al grito de "nosotras parimos, nosotras decidimos" el feminismo actual está por la labor de promover el alquiler de los cuerpos de las mujeres, libres ellas de pactar con justiprecio de por medio , quedar bién preñadas de un desconocido  y que los hijos que habidos de ese, digamos, NEGOCIO  serán entregados a ese mismo desconocido, o a su novio , homosexual o no, y sin haber mediado si quiera eso que la gente honrada llamamos un vulgar y torpe polvo. Porque ya no se trata de defender elevados y románticos ideales . Hablamos de dinero. Del bussiness, el júrdox, la pasta, el money, la plata o la lana dependiendo el vil calificativo del uso linguistico que queramos darle.

¡ El vil metal !

Nada de tarjetones de hijos que guardar ni nada que se le parezca.

Por eso hacía referencia en mi post anterior en  la desvergüenza con que estos colectivos que dicen defender los derechos fundamentales ( fundamentalistas, en realidad) e inalienables de los gays, lesbianas, transexuales, bisexuales y trisexuales se empeñan en introducir con calzador y  con mucha vaselina  una práctica espantosa que no puede sino suponer el mayor ataque a la dignidad de la mujer y la perversión más horrenda del concepto de maternidad.

Claro que a estas asociaciones homosexualistas les importa un comino. Pasan por encima de quien sea y de lo que sea con tal de hacer posible aquello que la naturaleza les ha negado. Pasan, ( o mejor dicho, intentan pasar) por encima de las leyes españolas, de la decencia que debe cultivar una sociedad sana  y de los magistrados que emiten resoluciones para decirles a esos desalmados que en España es ilegal prostituir los vientres de las mujeres.


Como de costumbre y para remover la conciencia de los más duros de corazón les dejo un video para la reflexión. Muestra el desprecio hacia las madres de alquiler y el inhumano mercadeo de vientres y niños.

Aviso: no apto para estómagos sensibles. Vea este video bajo su exclusiva responsabilidad. La visualización de este video puede provocarle vértigo, náuseas, cefalea, "homofobia"  y pérdida temporal o definitiva de cualquier sentimiento o pensamiento "progresista". Proteja a sus hijos del contenido de este video: corren el peligro de despertar su conciencia y adquirir sentimientos de honestidad y solidaridad hacia sus semejantes.





4 comentarios:

  1. Sabe (por nuestros intercambios de opiniones en Twitter) que usted y yo no compartimos al 100% nuestros ideales. Sin embargo, tengo que decirle que admiro su reflexión del inicio de esta entrada. Sobre la maternidad, coincido con algunas de sus opiniones, y en otras discrepo. No me parece bien con la frialdad que hoy en día se puede llegar comercializar con un vientre de alquiler. Un útero no debe ser una mera incubadora, sino que requiere el máximo cuidado, cariño y correcta estimulación. Sin embargo, sí concibo una maternidad sin ese "vulgar polvo", como puede ser por inseminación en una pareja heterosexual, o de una mujer que ama a otra mujer y con la que quiere formar una familia.

    Principalmente, lo más importante es cubrir las necesidades educativas y de desarrollo del niño, más que las que puedan tener sus progenitores (independientemente de su orientación sexual).

    Un saludo y como le digo siempre, lo bueno en la comunicación es nutrirse de diferentes opiniones y formas de ver la vida.

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  2. Lo primero de todo, gracias por tu participación. En cuanto a lo demás:

    Por encima de cualquier consideración me parece totalmente inaceptable que se negocie o comercie con un vientre. Me parece totalmente inaceptable esa práctica que llaman de "vientre de alquiler". En mi opinión eso solo es degradar y denigrar a la mujer.

    Hay por ahí algún comentarista que afirma que esas madres de alquiler lo hacen no por dinero sino por amor al arte, porque les apetece, porque seguramente disfrutan o encuentran en quedarse embarazadas de un desconocido y entregarle a su bebe alqo de lo que estar orgullosas.

    Lo mismo que la prostitución, el tráfico de vientres de alquier es un jugoso negocio donde hay agencias e intermediarios que se lucran. Es solo dinero, nada más.

    A esto solo hay que echarle un vistazo al reportaje del final de mi post y ya a uno se le cae el alma a los pies.

    No me parece bien que una chica de, digamos, 24 años, que es la edad de mi hija, se vea alquilando su vientre para entregar a nadie a su bebé. Es totalmente indigno este tipo de prácticas.

    Tú, como mujer, deberías de defender , al menos, esto. Pero es solo mi opinión.

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  3. En cuanto al asunto de la inseminación artificial le diré lo mismo que respecto a su homosexualidad: No seré yo el que la juzgue por lo que haga en su intimidad. Nadie puede hacerlo. Que usted sea lesbiana de ninguna manera puede ser motivo para que sufra discriminación alguna ni mucho menos para faltarle al respeto.

    Otra cosa ( y aquí disentiré de ti) es que de todo eso se pueda derivar algún derecho o cambio legislativo para adaptar la sociedad civil a esas circunstancias.

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  4. Saludos, te quería pedir el link del vídeo...

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